
Cada vez me cuesta más arrancar los motores cuando llega el viernes ¡ni que fuera lunes! Aunque sí tengo que reconocer que en estos momentos en los que no tienes nada que hacer, ni rutina, ni horarios ni nada, todos los días parecen iguales, pero ya podrían haber elegido otro día de la semana para ser igual, no que todos parecen lunes. Comienzan los días con la incertidumbre de si te llamarán de aquel trabajo, si te darán aquel encargo para diseñar, si saldrán las listas para entrar en este curso o en aquel otro. Y esperando esperando comienzan todas las mañanas, y terminan de la misma forma pensando en cómo va a ser el día siguiente, y así volvemos al insomnio, a los comederos de cabeza y a no dormir. Con lo que se consigue estar cansada a la mañana siguiente, y empezar afrontando un nuevo día con la incertidumbre de no saber qué va a pasar. En definitiva: como si fuera lunes.
La vida: una espiral, pero parece que últimamente mi espiral se ha cerrado y solamente doy vueltas en la misma dirección una y otra vez.
Este fin de semana toca desconectar. Nos han regalado una noche en una villa rural con una smartbox de esas, y a un pueblecito de Córdoba que nos vamos, para al día siguiente poder ir a Córdoba capital para pasar el día con la que nos ha hecho el regalo. Eternamente agradecida de lo será las únicas vacaciones para desconectar en mucho tiempo.
Espero venir el lunes (pero el lunes de verdad) con las pilas recargadas, la mente despejada y las horas de sueño recuperada. He conseguido que esta escapada sea un poco más "natural", y que la palabra senderismo por lo menos haya estado en las conversaciones (otra cosa es que se lleve a cabo) y es que a veces mi lado 100% urbanita necesita una pequeña escapada natural para resetear todo mi sistema operativo y poder empezar a funcionar bien de nuevo.
El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos (W. Shakespeare)
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