lunes, 20 de diciembre de 2010

Necesidad de café de reflexión


Tanto trabajo, tanto en el tema profesional como en el personal, me han tenido muy ocupada durante todo este tiempo. El estrés se había implantado como acompañante habitual en mis jornadas de trabajo, y en lo personal tampoco ayudaba mucho.
Es el efecto dominó. Como cuando cae la primera ficha y empuja a la siguiente, y así sucesivamente hasta que llega a la final. A esa última ficha que ni se olía que iba a terminar cayendo como las demás.
Pues así me he visto yo en estos días, a veces como en una novela de intriga, otras como en un culebrón mejicano, otras como en un gag de Benny Hill, otras como en un episodio de Friends, otras como en una página de cómic, y también como en otra realidad paralela de lo que debería/podría haber hecho y no hice.
Me he visto desde diferentes puntos de vista del sujeto, como agente activo, como lectora, como oyente, a veces come cómplice, como otra persona que no era yo, como la proyección de mi yo más malo, tonto e insolente que siempre reluce cuándo no debe. Otras como Totó visionando las películas desde la sala de proyección y disfrutando con lo que ve.
Os preguntaréis que ha que viene todo esto, pues es el resumen de todos estos días. Que ni tiempo para actualizar he tenido.
No hay que decir que los cafés han ido y venido en una perfecta sintonía, perdiendo la facultad de agradar, para deleitarme con su capacidad para espabilar o simplemente calentar el gaznate que ha hecho mucho frio en la ciudad, y mi despacho parece la sede del polo norte.
Todo ese caos que se ha producido en mi vida, no me ha dejado ni un segundo para reflexionar, para pararme a pensar, para disfrutar de mis tiempos de meditación, tan necesarios. Es más a veces es un agravante de las situaciones desagradables de esas que no queremos que pasen pero terminan pasando.
Desafíos diarios, que miden tus fuerzas en este combate, que te dejan K.O. y otros que aguantas hasta el último round antes de caerte al suelo noqueada o levantar tu brazo en señal de victoria. Esos “challenges” de los que tanto hemos hablado en clases de inglés.
De vuelta a casa, veía la luz de la ciudad. No me podía identificar con ella. Supongo que falta sintonía, supongo que a partir de mañana cambia el visor, cambia los ritmos, los ciclos, y las cadencias. Supongo que mañana cambian los colores, olores y tactos. Mañana como concepto de tiempo próximo no definido.
Esperemos que sirva de paréntesis, aunque sea un corto período de tiempo. (Ojo, yo no me voy de vacaciones –sólo un par de días- pero que los otros lo hagan ayuda bastante). Esperemos que mañana el mundo se haya relajado, y aunque este tren siga adelante sin detenimiento, al menos que disfrutemos más del viaje. Que apreciemos la belleza del paisaje, y que recupere mis momentos de reflexión, de pensar y meditar y deje de ir a lo loco, diciendo lo que pienso sin pensar lo que digo.

"Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y del universo no estoy seguro" (A.E.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te comprendo. Cuando entras en esa vorágine estás perdida porque las personas necesitamos unos minutos para nosotros mismos y a diario. Eso hay que mejorarlo amiga o caes exhausta...venga, niña, felices fiestas y a descansar.