
Sé que hace tiempo que no ando por estos lares. El trabajo, las enfermedades, los colapsos mentales y el non-stop de mi mente no me han permitido ni un momento para sentarme delante del ordenador (a modo de placer) y actualizar.
No quiere decir que en la vida de esta cafeinómana los acontecimientos hayan cesado, todo lo contrario han pasado tantas cosas que esta menda no ha podido seleccionar, reflexionar e incluso, en algunas ocasiones, ni siquiera asumir.
Lo que más me ha marcado en estos días: que me volviesen a quitar el café, y esta vez estaba tan asustada que realmente he tenido que dejar de tomarlo. He vuelto a tomar contacto con los tés e incluso he recobrado a un viejo amigo de la infancia, el famoso "Cola-cao".
Lo mejor es que a partir de hoy, y según el diagnóstico de ese señor de bata blanca que me cae tan mal cada vez que me repite "Café, ¡no!", puede que vuelva a tener contacto otra vez con mi gran amigo, mi incondicional en el desayuno, sobremesa o a cualquier hora, mi inspiración, mi alerta (porque en estos días he vivido más como un muerto viviendo, en modo zoombie total). Podré tomar café de nuevo (no me ha dicho lo contrario esta vez), y si digo la verdad, lo estoy esperando y planeando el reencuentro con el máximo cuidado, como cuando se prepara esa cita que tanto anhelas y que por fin llega, o cuando recibes a un amigo que hace mucho que no ves y quieres que todo salga perfecto... algo parecido.
Por otro lado, el haber cambiado en estas semanas ciertos hábito me ha hecho ver una cosa: que mucha gente sigue siendo igual de gilipollas (y aumentando), y que puedo llegar a ser muy borde y sin necesidad de estar bajo los efectos del café, ¿o a lo mejor ese era el motivo?
"Todas las setas son comestibles, pero algunas sólo una vez" (Groucho Marx)