martes, 1 de febrero de 2011

Café tranquilo



Saboreo su esencia, después de tanto tiempo sin hacerlo.No he dejado de beber café, pero a veces se olvida saborearlo. Cómo a veces se olvida saborear la vida. Estamos demasiados pendientes de echarle azúcar, de pedir que lleve leche, de que no se nos quede frío, de añadirle el chorrito de alcohol o de echarle hielo. Depende de lo que se adecúe mejor a cada momento, sin pararnos a pensar en lo que nos apetezca más. A veces simplemente eres como esa pelusa (o esa bola de pelo) que te dejas llevar por la corriente. A veces con esa libertad, otras con esa opresión como cuando aún estando en la décima fila, apareces en la primera al terminar el concierto. Movimientos en los que tú no tienes ningún control. Es difícil saborear los momentos cuando vienen así.La otra noche, hablando parte del consejo de sabios, me quedé pensando en una cosa que allí se dijo: ser conscientes (al menos por unos cuantos minutos) de lo que estamos haciendo en cada momento.
Esto es algo que me pasa a menudo, y supongo que al resto de los mortales también. Cuántas veces estamos pensando en otras cosas cuando nos hablan, cuando estamos trabajando, cuando estamos viendo la tele… cuantas veces vamos a los sitios, no paseamos, no miramos a nuestro alrededor.
Alguien me preguntó el otro día si me había subido alguna vez en una de esas mega-montañas rusas de esos mega-parques de atracciones, y me preguntó que qué se sentía, qué como era. Yo le dije que no te enterabas de nada, que lo peor era la subida del primer tramo porque ibas pensando todo el rato que pronto tocaría bajar. Y por supuesto la inminente bajada… después todos esos remolinos, loopings y demás apenas se notan. Van tan rápidos o simplemente porque aún tienes la cabeza en la primera bajada que apenas te das cuenta.
Vivamos la vida conscientes de cada movimiento que hacemos, e incluso que el tiempo que dediquemos para reflexionar, sea sólo para eso.
Disfrutemos la vida, como yo estoy disfrutando este café: saboreándolo, dejando que su aroma impregne la habitación y dejando que su calor haga más amena esta fría mañana.


"Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas". (B.Pascal)