Un café. Estas dos palabras tienen un gran poder. Se convierten en la excusa perfecta, para hablar, para arreglar las cosas, para discutir, para trabajar, para pasar el rato, para escapar, o simplemente para disfrutar del sabor de esta bebida. Lo que realmente es cierto, es que el hecho de tomar un café, lleva implícito unas denotaciones que no conlleva el beber cualquier otro tipo de bebida.
Ayer fue la excusa, y me reencontré con una gran amiga, a la que veo muy de vez en cuando. Cada cual tomó su camino y únicamente podemos quedar para un café y una vez al año (con suerte, claro).
Un café lleno de nostalgia, de risas, de ilusión por planes futuros y de incertidumbre por qué nos depara el futuro realmente con el panorama actual. Fue un café de esos largos, pero que aún así, saben a poco.
Espero que en un futuro los médicos no nos recomienden tener que dejar el café, porque no quiero perder la oportunidad de tener esos reencuentros.
Ayer fue la excusa, y me reencontré con una gran amiga, a la que veo muy de vez en cuando. Cada cual tomó su camino y únicamente podemos quedar para un café y una vez al año (con suerte, claro).
Un café lleno de nostalgia, de risas, de ilusión por planes futuros y de incertidumbre por qué nos depara el futuro realmente con el panorama actual. Fue un café de esos largos, pero que aún así, saben a poco.
Espero que en un futuro los médicos no nos recomienden tener que dejar el café, porque no quiero perder la oportunidad de tener esos reencuentros.
"Claro que el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo"